Hace unos 40
años en USA, un profesor de Sociología de una Universidad, creo que fue Stanford,
realizó un experimento en campo, mejor dicho, en la ciudad.
Dejaron dos
autos iguales, del mismo color, marca y modelo, abandonados en la calle.
Uno en un vecindario
residencial de buen poder adquisitivo y el otro en un barrio marginal,
peligroso.
Se busco
justamente eso para el experimento, que sean habitantes diferentes en todo
sentido. La idea era estudiar las conductas de esos habitantes.
El auto
abandonado en el barrio residencial no sufrió ningún ataque salvaje ni robo, en
cambio el otro en el barrio marginal fue carneado en poco tiempo.
Normalmente se cargan las culpas de los delitos a la
pobreza y marginalidad, y hasta aquí les daba la razón a los que así piensan.
Pero no
quedó allí el experimento, el sociólogo encargado de esta experiencia dobló la
apuesta. Qué hizo, rompió un vidrio del auto intacto y pasó que se desencadenó
el mismo ataque feroz, el despiece total igual que lo ocurrido en el barrio
pobre!
¿Por qué
el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es
capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se
trata de pobreza.
Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología y la
sociología.
Un vidrio
roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de
despreocupación que rompe los códigos de convivencia, como de
ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo da lo mismo.
Luego desarrollaron
la “teoría de las ventanas rotas”, obteniendo idénticos resultados que con los
autos.
La conclusión
es que el delito aumenta en las zonas donde el descuido, la mugre, el desorden
y el destrato son grandes.
Al
romperse un vidrio de una ventana en un edificio y nadie lo repara, pronto
estarán todos rotos.
Si una
barriada tiene signos de deterioro y no le
importa a nadie solucionarlo, allí se instalará el delito.
Si no se
respetan las leyes de tránsito (estacionar en lugar prohibido, alta velocidad o
pasarse un semáforo en rojo) y no hay
sanción, entonces habrá infracciones mayores y luego delitos más graves.
Si las
plazas u otros espacios públicos son
progresivamente destruidos y abandonados por la mayoría de la gente y las
autoridades (que deja de salir de sus casas por temor a los pandilleros), esos
mismos espacios serán progresivamente
ocupados por los delincuentes.
Como
demostración que en USA no se hacen experimentos porque si y los latinos
debemos copiarles esto y mucho más, en los 80, Rudolph Giuliani, alcalde de New
York, llevó a la práctica esta teoría de
“Las ventanas rotas” en el metro de su ciudad, sitio peligroso si los había.
Lo reparo
a nuevo, lo pinto y decoró. Aumentó la seguridad, con eso ahuyentó a los
vagabundos y punguistas.
Los
resultados fueron espectaculares, tanto así fue que siguió avanzando
implementado lo que se conoció como “Tolerancia cero” una estrategia que
consistía simplemente en no permitir que sean violadas las leyes ni las normas
de convivencia.
Solo eso
y nada más que eso transformó, primero a New York y luego por contagio y
ejemplo a toda la unión.
Estas
cosas que parecen pequeñas, sin
importancia, hacen que una comunidad cambie y se habitúe a vivir en una
sociedad más justa, limpia e igualitaria.
Paraguayos,
debemos exigirle a nuestras autoridades municipales que den el ejemplo, que
comiencen a bachear, a limpiar, a mantener espacios públicos limpios y seguros
y que recién después de hacer bien los deberes salgan las jaurías de inspectores
a controlar, en antipáticas barreras, a los contribuyentes.
20 de
marzo de 2013- Fernando Palacini- Asunción- Paraguay
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